HOMILÍA DEL SEÑOR ARZOBISPO DE SAN SALVADOR, MONSEÑOR JOSÉ LUIS ESCOBAR ALAS EN LA SOLEMNIDAD DE LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR

Queridos hermanos, ante todo expreso mi más cordial felicitación a todos por estar celebrando con tanto fervor la fiesta del Divino Salvador del Mundo, Patrono de nuestro país. Esta celebración la hemos tenido, todos los 6 de agosto, desde la fundación de esta ciudad, el año 1525 hasta la fecha, nos acercamos a los 500 años. Este año 2018 nuestra celebración es histórica, es la ocasión especial para agradecer al Divino Salvador del Mundo el que nos conceda la gracia de ser elevado a los altares en su calidad de santo a nuestro amado Mártir Obispo y Pastor San Oscar Arnulfo Romero. La fe cristiana recibida de los primeros misioneros desde su llegada 1524 y cultivada a lo largo de nuestra historia ha surtido efecto y ha florecido, su más grande fruto es este la canonización del mejor de los hijos de este pueblo, Monseñor Romero. “Dios ha hecho grandes cosas con nosotros y estamos alegres” Sal. 126, 3. Al mismo tiempo que Damos gracias al Señor por la santidad de Monseñor Romero le suplicamos: “Divino Salvador del Mundo condúcenos con Monseñor Romero por caminos de justicia y santidad”.

La Transfiguración del Señor es la manifestación de su Divinidad, de su santidad en todo su esplendor, cuando la Iglesia eleva a los altares a Monseñor Romero lo contemplamos revestido de la gloria de Cristo, transfigurado en El Señor, santo. Esa también es la vocación de cada uno de nosotros, la vocación de cada uno de nosotros y la vocación de El Salvador, la Transfiguración.

En el santo EVANGELIO que se nos acaba de proclamar el evangelista san Marcos en el capítulo 9 de su libro nos transmite con hermosos detalles el sublime acontecimiento de la transfiguración del Señor, cada uno de esos detalles son muy importantes y de gran Revelación. Quiero llamar la atención sólo a uno esos detalles, y es el que, en el mismo momento de la transfiguración de Jesús, se escucha la voz del Padre que dice: “Este es mi Hijo amado, escúchenlo” (Mc 9,7).  En el Evangelio sólo en dos ocasiones se deja oír la vos del Padre, en el Bautismo de Jesús y en su transfiguración. En el Bautismo la voz del Padre dice: Este es mi hijo muy amado en quien me complazco” (Mc. 1,11), es esta una verdadera teofanía del Señor, es la sublime presentación que el Padre Dios hace de su Divino Hijo. Pero sólo es en la trasfiguración donde el Padre Dios hace oír su voz para dar además darnos su mandato de escuchar a Jesús.

¿Qué significa escuchar a Jesús?, Jesús es la Palabra de Dios encarnada. Quien escucha a Jesús, escucha al Padre. Escuchar a Cristo es llevar una vida de transfiguración, es dejarse conducir por caminos de justicia y santidad. Escuchar a Jesús es lo que define a los santos, es lo que hizo Monseñor Romero. Escuchar al Señor es cumplir su voluntad, es vencer el egoísmo y hacer el bien. Dios no quiere las injusticias, quiere que actuemos conforme a la justicia y la verdad, y es por el sendero de la justicia y la verdad que llegaremos a la verdadera paz social.

Por eso levantamos hoy la voz para pedir con todo respeto a los Señores Diputados de la Asamblea Legislativa:

1º. Que no privaticen el agua, que no promuevan un proyecto de ley que pretenda legitimar las injusticias que conlleva la comercialización del agua; y que en cambio aprueben la Ley general de aguas que verdaderamente garantice el acceso al agua a todos los salvadoreños.

2º. Que no aprueben la reforma constitucional del Artículo 105 de la Constitución, reforma que vendría a despojar a los campesinos de sus tierras. No es justo desproteger a las familias campesinas, derogando la reforma agraria, para que pierdan sus tierras, haciéndoles caer en mayor pobreza. Sería también esto una grave injusticia.

3º. Que promuevan una justa reforma de las Pensiones, para que los trabajadores reciban el beneficio de sus ahorros, fruto del trabajo de su vida, con una administración totalmente a favor de los derechos avientes y no de terceros. Pues el sistema actual es tristemente, muy injusto.

Hace exactamente dos años pedimos al Divino Salvador que el Centro Internacional de Arreglo se Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI) que, no resolviera en contra nuestro país la demanda las Transnacionales Mineras, El Señor escuchó nuestra súplica y no sólo obtuvimos una resolución a favor de nuestro pueblo, sino que incluso obtuvimos también una ley que protege nuestras vidas y las de los animales y las plantas de nuestro país prohibiendo la explotación minera. Hoy a la vez que le expresamos nuestra gratitud al Señor, le suplicamos por intercesión de Monseñor Romero, ilumine las mentes y mueva las voluntades de nuestros legisladores para que lejos de aprobar leyes injustas, promuevan y aprueben una justa ley de aguas, defiendan el derecho de propiedad de los campesinos y promuevan una justa reforma de las pensiones.

También pedimos al Divino Salvador del Mundo por nuestros hermanos migrantes, para que se resuelva favorablemente a todos los afectados por la finalización de los programas TPS y DACA; y para que todos nuestros hermanos migrantes sean respetados en sus derechos y se les reconozca todo el aporte que hacen que han hecho a los Estados Unidos, es justo que se les legalice su situación.

Finalmente, por intercesión de María santísima y Monseñor Romero pedimos al Divino Salvador del Mundo nos conduzca a todos por caminos justicia y santidad para que la transfiguración de nuestro país sea una realidad.

 

Mons. José Luis Escobar Alas

Arzobispo de San Salvador