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El año 2018 nos permite decir: El Salvador tiene un santo. El decreto del milagro por intercesión de Monseñor Óscar Arnulfo Romero firmado por Su Santidad el Papa Francisco el 7 de marzo, abrió las puertas para que la canonización de Monseñor Óscar Arnulfo Romero se llevara a cabo junto a la del beato Pablo VI el 14 de octubre en Roma.
El Salvador recibió esta noticia con júbilo y con una profunda gratitud. Ante un evento tan importante la Iglesia salvadoreña invitó a todos a prepararse de la mejor manera posible. En los medios de comunicación católicos se propusieron cada día tres momentos para la oración, reflexión de la Palabra y escucha del Diario de Monseñor Romero.
Llegó octubre, el mes de la canonización. Miles de peregrinos, entre sacerdotes, religiosos y laicos emprendieron el viaje hacia Roma. Todos querían vivir muy de cerca aquella solemne celebración en la que el Papa Francisco declararía “santo” a nuestro pastor y obispo Oscar Arnulfo Romero.
En Roma se preparó la “Semana de Romero”, que incluía la develación de una escultura de Óscar en el Jardín El Salvador, una exposición fotográfica, testimonios y una vigilia de preparación para la canonización, entre otras actividades.
En El Salvador hubo fiesta. El día sábado 13 para amanecer domingo 14 el país entero se unió a la alegría que se vivía en Roma con vigilias de preparación en las parroquias, destacando la vigilia que se realizó en Catedral Metropolitana. Se tocaron las campanas y se reventó pólvora como signo de alegría.

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La Santa Misa inició a las 10:10 a.m. hora de Roma y 2:10 a.m. en El Salvador, con regocijo se estaba viviendo esta ceremonia en ambos lugares, pese a la distancia a todos los salvadoreños los unía el sentimiento de fe, agradecimiento y júbilo. El Papa Francisco quiso utilizar en esta celebración el cíngulo ensangrentado que Monseñor Romero llevaba el día que lo asesinaron.
Al comienzo de la Santa Misa, en el Rito de Canonización, el Prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, el cardenal Giovanni Angelo Becciu, leyó las biografías de los aún beatos.
El momento esperado llegó cuando el Papa Francisco declaró Santo a Monseñor Óscar Arnulfo Romero. La Plaza se llenó de emoción, entre gritos y aplausos los salvadoreños agradecían y recibían con mucho gozo esa declaración que tanto tiempo habían ansiado. A partir de ese momento en la liturgia de la Iglesia y en todo el mundo será llamado: San Oscar Arnulfo Romero.
Al día siguiente, lunes 15 de Octubre en el Aula Pablo VI se celebró la Misa de Acción de Gracias por la canonización de Romero. La Santa Misa la presidió el Cardenal Gregorio Rosa Chávez. Estaban todos los obispos de El Salvador y algunos obispos de Centroamérica.
Después de la Santa Misa el Papa Francisco llegó para saludar a los salvadoreños. Fue en encuentro muy especial: se sentía el cariño del Papa y de los salvadoreños hacia el Sucesor de Pedro.
El Arzobispo de San Salvador, Monseñor José Luis Escobar Alas, dirigió un saludo al Papa donde expresaba la gratitud por ese gran regalo que dio al nombrar Santo a Monseñor Romero. También expresó el deseo de iniciar el proceso para declarar a San Romero como Doctor de la iglesia, reiteró la invitación para que el Papa visite el país y se lleve a cabo la beatificación del padre Rutilio Grande.

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El Santo Padre saludó afectuosamente a los peregrinos que fueron a Roma para participar en la canonización de Mons. Romero, el pastor insigne del continente americano. “San Óscar Romero supo encarnar con perfección la imagen del buen Pastor que da la vida por sus ovejas – precisó el Pontífice al saludar a los Obispos de El Salvador – por ello, y ahora mucho más desde su canonización, pueden encontrar en él un «ejemplo y un estímulo» en el ministerio que les ha sido confiado.
Además, agregó que “el recuerdo de san Óscar Romero es una oportunidad excepcional para lanzar un mensaje de paz y de reconciliación a todos los pueblos de Latinoamérica. El pueblo lo quería a Mons. Romero, el Pueblo de Dios lo quería. Y ¿saben por qué? Porque el Pueblo de Dios sabe olfatear bien dónde hay santidad. Y acá entre ustedes, yo tendría para agradecer a tanta gente, a todo el pueblo que lo ha acompañado, que lo ha seguido, que estuvo cerca de él.”
Posteriormente, agradeció a todos los salvadoreños, y como representación lo hizo a través de Angelita Morales, quien fue asistente por ocho años de San Romero, a la cual llamó al frente para demostrarle su gratitud.

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En la persona de Monseñor Oscar Arnulfo Romero Galdámez, El Salvador tiene su primer Santo.