Hoy nos encontramos a las puertas de la Navidad. La Solemne celebración del Nacimiento del Hijo de Dios en Belén. Hoy queremos acercarnos a este Misterio que se reveló en la plenitud de los tiempos. Dios quiso hacerse Niño. Llega a cumplimiento la palabra del profeta Isaías 9, 5: Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; lleva sobre sus hombros el imperio y su nombre será Ángel del gran consejo. También podemos recordar a San Juan (1,14) quien después de mostrarnos la eternidad del Verbo, nos lo presenta diciendo: El Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros.
El Papa Francisco nos ayuda a meditar en este misterio de la Encarnación cuando dice que: El modo de actuar de Dios casi aturde, porque parece imposible que Él renuncie a su gloria para hacerse hombre como nosotros. Qué sorpresa ver a Dios que asume nuestros propios comportamientos: duerme, toma leche de su madre, llora y juega como todos los niños. Como siempre Dios desconcierta, es impredecible, continuamente va más allá de nuestros esquemas.
Aquí está el fundamento y el corazón de la Navidad. La Navidad es el Niño Jesús. Gracias al misterio de la Palabra hecha carne, reza el prefacio de Navidad, la luz brilla antes nuestros ojos con nuevo resplandor, para que conociendo a Dios visiblemente, por él seamos impulsados al amor de lo invisible. La Palabra de Dios que resonó por medio de los profetas ahora se hace presente en el mundo. Dios no solamente quiso que los profetas la pronunciaran, sino que habitara con nosotros y permaneciera como luz del mundo.
Dios quiso habitar en el mundo y el mundo no supo reconocerlo. Se hace cercano para permanecer junto a su pueblo. La celebración de la Navidad nos hace considerar una nueva dimensión de la revelación cristiana: Dios quiso nacer en una familia, necesitó que lo cuidaran, se hace indefenso. Quiso hacerse uno como nosotros, menos en el pecado como lo enseña san Pablo. Por tal motivo, Cristo Jesús tendrá una especial cercanía a los pequeños, a los débiles, a los indefensos. Y enseñará a sus discípulos a que aprendan a buscar a Dios en la sencillez, humildad y aquello que para el mundo no tiene valor.
La Navidad nos hace pensar en la familia que busca posada, que cuida de la vida, que deja su tierra para buscar seguridad ante la violencia que asesina. En todo el mundo, hay familias que sienten muy cercana la experiencia de la Familia de Nazaret.
Nace aquel que es Príncipe de la Paz para que el mundo tenga paz. Cuánta necesidad de paz tiene el mundo, nuestra sociedad y cada uno de nosotros. En el día de Navidad el Papa dirige un deseo de paz a todo el mundo deseando que la luz de Dios ilumine el corazón y la mente de los hombres de nuestro tiempo para que encuentren el camino de la reconciliación.
Queridos lectores, de todo corazón les deseamos un santa Navidad en torno al Niño Jesús y les auguramos un año nuevo 2020 lleno de la presencia de Cristo Jesús. ¡Feliz Navidad!
Por: Pbro. Simeón Reyes
Vicario de Medios de Comunicación Católicos