
Por: Pbro. Jorge Alberto Alvarenga, sacerdote de la Arquidiócesis de San Salvador
Este año se celebrará la Semana Mayor como nunca se había visto, será una Semana Santa de la Iglesia Universal, porque la Iglesia presente alrededor del mundo la celebrará con mucho fervor, y al mismo tiempo de la Iglesia doméstica, porque cada familia lo vivirá de modo reverente y profundo en el seno de su hogar.
Con el Domingo de Ramos, la Iglesia de inicio a la Semana Santa. En este día se recuerda la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén en medio de una multitud que lo aclamó como el Mesías. El Domingo de Ramos se caracteriza por la bendición de las palmas, la procesión, la Misa y la lectura del relato de la Pasión durante la Eucaristía. Pero, como antes se ha mencionado, ahora lo celebraremos en una manera muy particular; de ahí la importancia de tener claro varios aspectos.
En primer lugar, ante situaciones extraordinarias, Dios actúa de modo extraordinario. Es por ello, que este Domingo de Ramos el Señor nuevamente entrará triunfante a la Jerusalén, pero en esta ocasión a la Jerusalén de nuestros hogares y debemos recibirlo aclamando: ¡Bendito es el que viene en el nombre del Señor!
Ahora bien, como acciones concretas hemos de tener presente que lo mejor es disponer el corazón, es ahí donde el Señor desea reinar. Pero como bien sabemos que lo exterior también es reflejo de la disposición interior, es conveniente que expresemos con signos el misterio que estamos celebrando, es decir, se debe hacer una cosa sin olvidar la otra, ambas son importantes, siendo lo interior lo más esencial.
Una buena preparación para este día comienza con el pedirle a Dios nos conceda la gracia de vivir santamente este día y obtener de él frutos de conversión, ser una mejor persona, un buen cristiano. Además, sería maravilloso que en la sala se prepare un lugar especial, un pequeño altar en torno al cual celebraremos todos los misterios, e irlo decorando según el día que se esté celebrando, que en este caso bien se podría colocar una cruz y decorarla con ramitos tomados de nuestro jardín. También, y como expresión pública de lo que se celebra, se podría colocar en las puertas de nuestras casas un ramo que evoque el Domingo de Ramos, así se sabrá afuera lo que estamos celebrando dentro.
Además, la Santa Misa será transmitida por diversos medios, y cada familia puede elegir cuál de ellas seguir; y con relación a ello, debemos disponernos a dar lo mejor de nosotros, es decir, vestirnos de gala porque se vivirá con amor la Santa Eucaristía, dejando todo en segundo plano y centrarse en la celebración. A su vez, se pueden tener listos en la mano algunos remitos y suplicarle a Dios los bendiga, de modo que con el deseo de que sean bendecidos y la bendición que impartirán desde los templos, los ramos queden efectivamente benditos. Pero si no se puede seguir la transmisión, se puede hacer la celebración de la Palabra en casa, la cual puede ser dirigida por un miembro de la familia, meditando el Evangelio correspondiente al día, e incluso la bendición de los ramos se hará en desde casa. Para esto último, les comparto una oración que ha sugerido Mons. José Antonio Eguren Arzobispo de Piura (Perú), que dice de la siguiente manera: “Acrecienta, Señor, la fe de los que en ti esperamos, y escucha las oraciones de los que a ti acudimos, para que quienes hoy ponemos esta rama verde en la puerta (o ventana) de nuestra casa en honor de Cristo victorioso, permanezcamos en Él, dando fruto abundante de buenas obras y nos veamos protegidos de todo peligro. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.”
Por último, recordemos que el verde de los ramos es símbolo de paz, la paz y serenidad que tanto necesitamos en estos momentos de dificultad. Pidámosle a María Santísima Reina de la Paz, lleve armonía a nuestros hogares y que el Salvador del Mundo se entronice en nuestros hogares y salve la Nación que lleva su nombre.