Presentamos a continuación unas palabras de nuestro arzobispo, Mons. José Luis Escobar Alas, publicadas en el Semanario Orientación, donde nos presenta a Nuestra Señora del Rosario, como patrona de la Arquidiócesis de San Salvador:
En el marco de la celebración del Bicentenario de la emancipación de las Colonias centroamericanas del poder de la Corona española, deseo expresar unas breves palabras respecto a la advocación de la Santísima Virgen María, llamada: Nuestra Señora del Rosario que este año cumple 178 años de ser copatrona de nuestra Diócesis.
Después de firmada el Acta aquel recordado 15 de septiembre de 1821, la erección de la primera diócesis en territorio salvadoreño fue el sueño ansiado del pueblo. En realidad, la necesidad de erigirla había sido manifestada por varios de nuestros Obispos que residieron en la Diócesis de Guatemala; pero, por varios motivos – razonables y comprensibles claro está – consejo tan laudable nunca pudo tomar lugar; y cuando por fin se creyó que esto iba a suceder, los movimientos emancipadores impidieron su correcto desarrollo; me refiero a los años que van de 1810 a 1815, quedando todo suspenso hasta el momento que al Espíritu le pareció bien.
El Obispo Mons. Ramon Casaus y Torres preparó la documentación necesaria para ser entregada al Santo Padre Gregorio XVI quien al recibirla aprobó la erección de la Diócesis de San Salvador, así llamada en 1842. A la vez nombró, y consagró a nuestro primer Obispo llamado Mons. Jorge Viteri y Ungo quien regresó de Roma a nuestras tierras en 1843.
El pueblo salvadoreño lo recibió jubiloso, salieron a recibirlo no sólo a las calles de San Salvador, sino que una comitiva fue enviada a recogerlo personalmente al puerto de Izabal. Finalmente, el pueblo salvadoreño tenía a su primer pastor y maestro en la fe. Por esos años, es de acotar, la Diócesis abarcaba todo lo que hoy conocemos bajo el nombre de: República de El Salvador.
Nuestro primer Obispo que; por cierto, era muy joven y lleno de amor patrio, llegó a tomar posesión de la silla episcopal y entre sus primeras acciones estuvo celebrar Misa en acción de gracias tanto por la erección de la Diócesis de San Salvador como por dar cumplimiento a su promesa. Antes de partir en viaje a Roma, conociendo los peligros que implicaba a travesar el océano hasta llegar a su destino prometió a la Virgen del Rosario que si regresaba celebraría una Santa Misa.
De esa forma, dando cumplimiento a su promesa a la Madre de Dios pidió a los religiosos dominicos que llevarán a la Catedral la imagen de Nuestra Señora del Rosario y colocando su mitra y báculo a los pies de la bella Señora del cielo, encomendó su episcopado bajo sus cuidados. Además, la nombró Segunda Patrona de la República de San Salvador (hoy El Salvador)[1]. Con dicho patronazgo, Mons. Viteri colocó en manos del pueblo salvadoreño la obligación de rezar el Santo Rosario pidiendo por el país y sus habitantes. El pueblo celebró con gran alegría dicho acontecimiento y el amor mariano quedó guardado en lo más profundo de su corazón pues además del Santo Patrono El Salvador del Mundo, el pequeño y bello país, sería guardado por su Madre, como lo ha hecho hasta este momento.
En 1913, la Diócesis de San Salvador tuvo sus dos primeras Diócesis sufragáneas por lo que fue elevada a: Arquidiócesis quedando Nuestra Señora del Rosario como Segunda Patrona de ella. Las Diócesis de Santa Ana y San Miguel nombraron sus propios patronos y copatronos según los deseos de sus poblaciones. Pero, el amor por esta advocación de nuestra Madre no desapareció.
En 1942, específicamente, el 25 de noviembre de ese año recibió Coronación Pontificia aquella misma imagen que un día nuestro Primer Obispo, Mons. Jorge Viteri y Ungo veneró. Nuestro amado Mons. Luis Chávez relata momento tan solemne con las siguientes palabras: Aquella espléndida mañana… la Santísima Virgen del Rosario, ante el Episcopado Centroamericano, numerosos sacerdotes y una multitud de 150,000 personas cobijados bajo el cielo azul e iluminados por un sol refulgente, fue solemnemente ceñida en su frente con Coronación Pontificia entre estruendosos aplausos y vítores delirantes[2].
La emoción vivida por el pueblo durante toda esa semana era justificable y esperable. Nuestra Madre fue Coronada en el marco del Primer Congreso Eucarístico al cual asistieron todos los Obispos de Centro América, y además de celebrar a Cristo Eucaristía, fundaron el SEDAC (Secretariado Episcopal de Centro América). Por tanto, la Coronación de la Santísima Virgen tiene lugar en el marco de esa gran celebración del Congreso Eucarístico en el centenario de la fundación de esta diócesis. Deseo acotar que fue gracias al trabajo de cientos de salvadoreños que se pagó la corona; es por este sacrificio y amor del pueblo que el patronazgo de la Virgen adquiere aún mayor significado.
Hoy siglo XXI, pido a nuestros hermanos y hermanas salvadoreñas y a hombres y mujeres de buena voluntad que amen a Nuestra Señora del Rosario porque ella con su Divino Hijo ha caminado a nuestro lado salvando nuestra historia. Es de imaginar cuántas veces rogará a Él por nosotros y no dudemos que ahora, en medio de esta pandemia es ella quien vela por el pueblo salvadoreño. Sigamos sus huellas y cuantas veces podamos saludémosla con el Santo Rosario que no es sino, el saludo del ángel que tanto le gusta; intercalado por la oración que su Hijo nos enseñó: El Padrenuestro. Amémosla pues con todo el corazón. ¡Qué viva Nuestra Madre!
San Salvador, 3 de octubre de 2021
Mons. José Luis Escobar Alas
Arzobispo de San Salvador
[1] Mons. Luis Chávez y González, Sexta Carta Pastoral: Conmemorando las tres principales festividades del mes de octubre firmada el 25 de septiembre de 1944, p. 4.
[2] Ibidem, p. 4.